domingo, 3 de marzo de 2019

JUNG... LA SINCRONICIDAD Y EL ESCARABAJO DORADO


Carl Gustav Jung, al igual que otros investigadores contemporáneos, han intentado explicar de forma coherente con el método científico, el fenómeno  denominado Sincronicidad.

La sincronicidad sugiere que no hay casualidades, sino causalidades, y que la vida continuamente nos manda mensajes, que pueden ser mas sutiles o mas evidentes para nosotros.

Einstein, hablo de un Universo en el que el espacio y el tiempo son flexibles, dando asi una pista sobre la explicación a este fenómeno., el que se puede 3cplicar de la siguiente manera: 
Cuando golpeamos una bola en una mesa de billar, desencadenamos una sucesión de rebotes entre unas bolas y otras, de tal modo que podemos llegar a recibir unos segundos después la misma bola que hemos impulsado. Igualmente, en un Universo de espacio y tiempo flexibles, donde la energía es una misma en todos los rincones, y donde nuestra mente y la Mente Universal son también la misma cosa, cualquier pensamiento que generemos con un significado concreto nos traerá, de rebote, una experiencia relacionada con ese mismo significado.
Lo mismo sucede cuando la mente se libera de las cadenas del racionalismo y se abre al flujo de la energía cósmica, las sincronicidades se multiplican en su vida cotidiana.

Jung, reparó en algunos casos  de sus pacientes, que estaban conectados de forma tan significativa que el azar representaba un grado de improbabilidad demasiado alto. 

El psicólogo pensó que estaban conectados por un principio que denominó "sincronicidad" y que, por definirlo de forma concisa, sería "la concurrencia no casual de un suceso psíquico y otro físico, que desafía la ley de la probabilidad y tiene sentido". 

La señora X, como cada mañana, aprovechando que su marido acababa de salir, decidió abrir la ventana para que la luz y el aire de la mañana renovaran la atmósfera de su dormitorio conyugal. Pero, al acercarse, la imagen que vio a través de los cristales la dejó helada. Temiendo lo peor, decidió acudir sin más dilación a la consulta del Doctor Jung, donde se estaba tratando su marido, este paciente, solo estaba aquejado de una leve dolencia emocional; no obstante, unos días antes, le había recomendado que visitara a su médico de cabecera porque se había quejado de molestias en el tórax y la garganta. La señora X, ya en su consulta, con un marcado tono de angustia en su rostro le preguntó si la salud de su esposo corría grave peligro. Jung, cariñosamente, intentó tranquilizarla al tiempo que le preguntó por el motivo de tanta preocupación. Y la respuesta de la mujer le llenó de curiosidad.
Ella le contó que esa mañana había visto una bandada de pájaros posada sobre el alféizar de su ventana. Lo mismo le había ocurrido justo antes de la muerte tanto de su abuelo y como de su padre, y ella lo interpretaba como una señal de luto inminente. Al poco tiempo, Jung supo que el señor X había muerto repentinamente por una lesión cardiaca, y decidió prestar atención a este fenómeno. Se dio cuenta de que este tipo de presagio personal de la señora X había sido acertado tres veces consecutivas, y empezó a preguntarse si este fenómeno tenía lógica. 
Jung partió de dos premisas:
1.- La llegada de una bandada de pájaros no causa la muerte de ningún ser humano.
2.- La muerte de un ser humano no atrae bandadas de pájaros.
Como le fue imposible dar una hipótesis de una relación causa-efecto entre los dos fenómenos, intentó identificar un tipo diferente de relación. 
A lo largo de sus propias observaciones, consiguió individuali-
zarlo como una especie de vínculo, escondido a la atención normal de la mayoría de la gente. Y lo llamó coincidencia significativa o sincronismo.

A partir de ahí desarrolló su teoría de la Sincronicidad, que puede definirse entonces como una coincidencia significativa de dos o más sucesos en la que está implicado algo más que el puro azar. Dicho de otra manera, sería una coincidencia en el tiempo de dos o más acontecimientos, que no estarían producidos por la misma causa, pero que tienen el mismo o similar significado.
Sin embargo, este significado sólo es comprendido por la persona que lo experimenta, y quien lo percibe y le presta atención suele sentir una extraña relación entre su universo interior y el exterior. Aunque, bien es verdad, que no todo el mundo le presta atención a estas coincidencias.

Jung, para explicar este fenómeno de la Sincronicidad, contaba una experiencia propia, con una de sus pacientes y un escarabajo dorado. 
En una ocasión, estaba tratando a una joven que le contaba haber soñado con un escarabajo dorado. 

“Una joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo.”
Era un escarabajo dorado que inmediatamente entregó a la paciente, la cual, ante lo insólito del acontecimiento, comenzó a percibir el mundo de otra manera. 


¿Qué había llevado al insecto a meterse en una habitación oscura justo en esos momentos?.
Lo curioso es que para los antiguos egipcios, el dios Khefri, representado como un escarabajo, es una figura arquetípica relacionada con la transformación del individuo.

El hecho de que el escarabajo sea, en culturas como la egipcia, un símbolo de renacimiento y que a partir de ese día la joven mejorara de su dolencia, hizo pensar al psicólogo que el insecto había aparecido como un mensaje arquetípico surgido del inconsciente: una señal para indicar que al fin ella podía iniciar el proceso de transformación buscado. 

Ello le llevó a pensar que esta clase de sincronía provenía de algún mecanismo desconocido. 
Aunque, por otra parte, acabó razonando que, cuando los hechos fortuitos parecen tener un significado simbólico, dejan de ser coincidencias para la persona interesada, ya que la psique puede estar actuando sobre la realidad externa para causarlos. 


Jung, además, se dio cuenta que las sincronicidades ocurrían más a menudo en períodos de cambios en la vida de las personas, como señales o mensajes en los que el sujeto percibe estar conectado a una realidad superior que engloba la suya propia. 


Esta realidad es la energía cósmica. La física corrobora este principio: somos un microcosmos dentro de un macrocosmos. 

Los elementos que forman los astros más lejanos son los mismos que forman todas y cada una de las células de nuestro cuerpo. Del mismo modo,nuestra energía y la energía cósmica son una misma cosa.

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